No faltará galardón a quien bien le acompañe

Sermón 37, en Obras Completas, BAC (2000), Vol III, pp. 489-512 

Cartel de la Fiesta del Corpus. Jaén 2013
Grabado de Miguel Sorelló (Roma 1752)
cartelcorpusjaen

55. Y no os parezca cosa dura a chicos ni a grandes hacer lo que se os ha pedido para celebrar dignamente esta santa procesión. Porque si el rey David dio en galardón pan, carne y buñuelos a los que acompañaron la procesión del arca del Testamento Viejo (cf. 2 Sam 6,19), muy mejor galardonará Jesucristo nuestro Señor a los que acompañaren su divina persona, significada por la otra arca pasada. David era rey temporal, y dio pequeño galardón y de cosas de poco valor; mas las riquezas de nuestro Rey son preciosísimas y son eternas; y la anchura de su corazón para dar, excede a cualquiera gana que un hombre tenga de recibir. Dad, hermanos, a nuestro Señor lo que os pide, para ir como debéis en su santa procesión; y en lugar de la carne y pan que David dio, daros ha su sagrado cuerpo y su preciosísima sangre, y su ánima y divinidad; todo lo cual recebís cuando comulgáis; y dichoso aquel que bien lo recibe, porque en este bien están encerrados tantos bienes sin cuento, que si un hombre trabajase toda su vida con buenas obras, estaba muy bien pagado con entrar una sola vez nuestro Señor en su pecho.

56. Y no sólo este Santo Sacramento bien recebido os dará mantenimiento y fuerzas para vuestra ánima, como el pan y la carne las da para el cuerpo; mas también, en lugar de los buñuelos que dio David, que son más fructa que mantenimiento, os dará este Señor, celebrando como os he dicho su procesión y recibiendo su santo cuerpo, una espiritual recreación, un sentiros descargados del peso de la mala conciencia, que os cause mayor deleite que todas las fructas del mundo. […]

58. ¿No os parece, hermanos, que es bien empleado sufrir el calor una vez en el año por acompañar esta santa procesión, a trueco de que para siempre jamás ni calor os dará pena, ni habrá lloro, ni muerte, ni cosa que le parezca? ¿No os parece bien empleado que los principales y que rigen los pueblos vayan mañana confesados y comulgados y con la reverencia y buen ejemplo que os he pedido, honrando al Señor, para que en aquellas procesiones honre el Señor a ellos y, como lo ha prometido, los ponga sobre todos sus bienes? (Mt 24,47). ¡Qué bien pagada será allí la obra de misericordia que por honra de esta santa procesión hicieres mañana perdonando a quien te ha ofendido o dando de comer al pobre, vistiendo al desnudo, rescatando al cautivo, con otras obras semejantes, pues en pago de ellas te hará Dios participante en aquella grande, eterna e inefable misericordia que tiene prometido de hacer allá con los que aquí obraren misericordia! La cual, así como Jesucristo nuestro Señor nos la ganó con su preciosa muerte y pasión, viviendo en esta vida mortal, así Él mismo, reinando en el cielo y sentado en el trono de gloria que el Eterno Padre le dio, nos ha de poner en posesión de la gloria que nos ha de ser dada y conservarnos en ella, pues Él es Juez de vivos y muertos (Hch 10,42) y mayordomo de su Padre, al cual le dijo que pagase el jornal a los trabajadores (cf. Mt 20,8).

59. Este Señor irá delante de sus ovejas (Jn 10,4), porque tiene más gloria que hombres y ángeles; y todos ellos le seguirán como ovejas a pastor, criados a señor y miembros a su cabeza; y llevarlos ha en procesión a las fuentes de las aguas de la vida (Ap 7,17), que son las tres Personas divinas, que tienen una misma y sola esencia; y allí serán hartos, refrescados y recreados, viendo a Dios faz a faz, amándolo y poseyéndolo sin ningún fin; donde darán por bien empleado lo que aquí padecieron por Él y hicieron por Él; y lo mismo haremos nosotros si nos aparejáremos a ser los que debemos y a llevar mañana con debida reverencia a Jesucristo nuestro Señor en la procesión con nosotros, para que Él nos lleve después en compañía de su procesión en la gloria, ad quam nos perducat. Amen.

Tenemos un ánima criada a imagen y semejanza de la Santísima Trinidad

Juan 1, Lecc. 3, en Obras Completas, BAC (2000), Vol II, pp. 117-125

 […]

Dice San Juan: Para que vosotros tengáis compañía con nosotros. ¿Habéis visto unos parientes que hacen unos mucho por otros, que ansí hacen las cosas de sus parientes como las suyas propias? Ansí son los cristianos.

Habemos de hablar en la presente lección, no sólo de la compañía que tenemos unos con otros, sino de la compañía que tenemos con el Padre y con su Hijo, Jesucristo. ¡Oh, bendito sea Aquel que tal palabra mandó que oyesen nuestros oídos! Habemos de ser compañeros con el Padre y con el Hijo Jesucristo en dos cosas: en la bondad, que hemos de ser buenos como Él lo es, y en el descanso y gozo que tiene. Así dijo Dios: Hagamos un hombre a nuestra imagen y semejanza (Gén 1,26): que tenemos una ánima criada a imagen y semejanza de la Santísima Trinidad.

En la Santísima Trinidad hay tres personas y una sustancia, ansí en nosotros hay una ánima y tres potencias. En la Santísima Trinidad, tres personas distintas, que una es la persona del Padre y otra es la persona del Hijo y otra es la del Espíritu Santo, y todas tres personas tienen una esencia; y así nosotros tenemos tres potencias distintas, porque una es la memoria, que es distinta del entendimiento y de la voluntad; y el entendimiento, distinto de la voluntad realmente, y no es distinto del ánima; y otra potencia es la voluntad, distinta de la memoria y del entendimiento. Así como en Dios hay entendimiento que se conoce y representa a sí mismo, y la noticia presentada por el entendimiento es el Hijo, de este entendimiento que es el Padre y de la noticia que es el Hijo, procede la voluntad, que es el Espíritu Santo. […]. Por manera que somos criados a imagen y semejanza de Dios, aunque no es ésta la imagen perfecta de Dios. —Pues ¿cuál es? —Cuando una ánima parece que representa a Dios no sólo en el ánima y las potencias, mas en los actos y costumbres, entonces está el ánima pintada en sus vivos colores, que antes estaba pintada de carbón. […] quien tiene costumbres de Dios trae imagen de Dios.