En gran manera es Nuestro Señor amigo de la unidad

Sermón 6,  Obras Completas, BAC (2000) Vol III, pp 96-102

1. Pues que el Señor no se desdeñó venir a las bodas, no se desdeñará de darnos su gracia para que de ellas digamos algo, pues que habiendo de hablar de ellas, habemos menester su gracia. Para que se nos dé, pongamos  por intercesora a la Virgen, que también se halló en ellas; y para que así lo haga y nos lo alcance, digámosle con devoción un Ave, María.

2. Fueron hechas bodas en Caná de la provincia de Galilea (Jn 2,1). En gran manera es Nuestro Señor amigo de la unidad; es su oficio ayuntar las cosas apartadas y divididas, y las juntas conservarlas en su unidad; parecióle bien a sus ojos, agradóle la unidad. Veremos en esto, si bien miramos, el mesmo ser de Dios, que es tan unísima esencia, simplicísima, que no se puede pensar cosa que más una sea, sin ninguna composición ni división. De ahí podemos ver cuán bien le parecería la unidad.

Vamos un poco más bajo tras esta unidad de Dios y su esencia. Tras esta unidad se sigue otra unidad segunda, que es del Hijo de Dios con la santa humanidad que tomó en unidad de persona, de la limpísima Virgen María: una persona de dos naturalezas, que no hay cosa más una, después de la primera que dijimos. Es lo que decimos incarnación y puédese decir casamiento, desposorio. Casóse el Verbo divino de tal manera con la naturaleza humana que tomó de la Virgen, que, siendo dos naturalezas, divina y humana, quedaron una persona sola.

3. Desposado es el Verbo; la esposa es la sagrada humanidad asumpta. Y así como entre los casados es la hacienda de ambos y es comunicable igualmente, así partieron y se comunicaron el desposado y la esposa lo que tenían. Lo que conviene al hacienda y bienes de Él, son y convienen a ella, y, por el contrario, lo de ella, a Él.