El ejercicio del Viacrucis de la mano de San Juan de Ávila

Las vísperas del Triduo Pascual puede ser momento oportuno para el ejercico del Viacrucis. 

Haciendo nuestra la invitación de San Juan de Ávila, alcemos los ojos poniéndolos en Cristo, que marcha con la cruz hacia el Calvario. Iniciemos, pues, nuestro camino con Jesús.
cuaresma

... miremos a Cristo puesto en la cruz, y verle hemos atormentada su carne, y deshonrado del mundo, y vencedor del demonio. ¿Quién a Cristo miró que fuese engañado? Ninguno, por cierto. Pues no apartemos nuestros ojos de Él si no queremos tornarnos ciegos. No le parezca que le tenemos en tan poco, que aun muriendo por nosotros no le queremos mirar. Por eso murió, porque nosotros nos esforzásemos, mirando a Él, para morir a nuestros pecados. Muera, pues, ya en nosotros nuestro viejo hombre, pues murió por nosotros en cruz nuestro nuevo Hombre, que es Cristo. Lleguemos a Él nuestras llagas, que con las suyas serán sanas. Y si el apartarnos de nuestros pecados nos parece penoso, muy más lo fue a Él apartársele su alma de su cuerpo cuando murió porque nosotros para siempre vivamos.

Ea, pues, cobremos ánimo para seguir a tal Capitán, pues que Él va delante de nosotros en el hacer y en el padecer. Crucifiquemos nuestra carne con Él, porque no vivamos según los deseos de ella, mas según el espíritu. Si el mundo nos persiguiere, escondámonos en sus santas llagas, y sentiremos las injurias por tan suaves como una música acordada y las piedras nos parecerán piedras preciosas, y las cárceles palacio, y la muerte se nos tornará vida. ¡Oh Jesucristo, y cuán fuerte es tu amor; y cómo todas las cosas convierte en bien, como dice San Pablo! (cf. Rom 8,28). Cierto, quien de tu amor se mantiene no morirá de hambre, no sentirá desnudez, no echará menos todo cuanto en el mundo hay, porque, poseyendo a Dios por el amor, no le falta cosa que buena sea. Tomemos, pues, muy amados hermanos, deseo de ir a ver aquesta visión... [Carta 65, Obras Completas, BAC (2000) Vol IV]

Ofrecemos dos propuestas con textos de san Juan de Ávila.

Viacrucis 1 Preprado por la Basílica de San Juan de Ávila. Montilla -Córdoba-.

Viacrucis 2 Preparado por el Cabildo de la Catedral de Jaén.

Lo que hizo con el ciego, hizo con cada uno de nosotros

Sermón 13. Obras Completas, BAC (2000) Vol III, pp. 181-193

Domingo 4º de Cuaresma

 10. [...] y salióse del templo; y está un ciego de su nacimiento a la puerta; y preguntáronle sus discípulos: Maestro, ¿pecó éste o sus padres, porque nació ciego? (Jn 9,2).  Entendieron que las enfermedades venían por los pecados, porque, cuando sanó el otro, le dijo: No quieras más pecar, porque no te acontezca otra cosa peor (Jn 5,14).  Desengañóles de esto Jesucristo, porque no vienen todas las enfermedades por pecados, sino para gloria y alabanza de Dios. […]

11. No entendemos esta palabra. No te castiga Dios por los pecados, sino porque lo honres y sea alabado. […] Cuando estuviéredes en la tribulación, no llames a tus fuerzas, a tus trabajos, no a tu juicio, no a tu discreción, porque yo te libraré y honrarme has tú. ¿Para qué me envía Dios tan grandísimos trabajos, tantas necesidades, tan grandes enfermedades y tan peligrosas? Para que en esas grandes necesidades, cumpliéndolas Él, en esos grandes trabajos, remediándolos Él, gane mayor honra y sea más alabado; y porque en eso hay más aparejo para que entre el remedio y mano del Señor y se vea claro que Él es el remediador y el que curó esta llaga y no pudo ser otro.

12. A mí me conviene entender en los negocios a que mi Padre me envió, dijo Jesucristo (Jn 9,4; Lc 2,49; 4,43). ¡Quién mirase como es razón esto! ¡Quién se parase a pensar y dijese!: ¿A qué me envió Dios a este mundo? ¿Qué hago? ¿En qué entiendo? ¿Cómo gasto el tiempo? ¿En qué me ejercito? No es razón pararnos en el camino. De priesa vamos; a negocios de grande importancia vamos, no es razón parar en cosas de poco provecho.

13. —¿A qué os envió Dios a este mundo? ¿A ser rico? ¿A que tuvieses muchos dineros, grandes rentas, dignidades? ¿A que mandásedes? ¿A que viváis en regalos y a todo vuestro placer? —No. —¿Pues a qué vinistes? […] El fiel hijo Jesucristo dijo: Conviéneme obrar a lo que el Padre Eterno me envió, a curar enfermos, cojos; alumbrar ciegos, consolar tristes, a medicinar llagados y a remediar todos los males del mundo; a eso vine, a hacer esta obra, a que me envió mi Padre. Luz soy del mundo (Jn 9,5). Éste está ciego; yo lo curaré, yo le daré vista, yo le alumbraré.

14. Llamó al ciego y escupió en la tierra, y con aquel lodo untóle los ojos. ¡Mira qué medio! […]. Tuvo tanta fe el ciego, que luego se partió para allá; no miró que nunca jamás se había hecho milagro en aquella fuente, sino luego fue para allá con tanta fe, que no le estorbaron los que de él reían, como lo veían ir así, los ojos llenos de lodo, ni los que murmuraban porque iba a donde le mandó Jesucristo. […] y fue sano. Y dando alabanzas a Dios por las mercedes que le había hecho, pasó grandes trabajos con los fariseos; ellos diciendo mal de Jesucristo y él defendiéndolo; tantas cosas les dijo, que les tapaba las bocas, que no sabían qué decir, y faltándoles razones que le respondiesen a lo que de Jesucristo decía, alegaron su dignidad, porque ya no sabían qué le responder, […]. No tiene sello de Jesucristo el que no es reprobado de los malos.

15. Echáronlo de sí los fariseos, y en echándolo encuentra con Jesucristo y díjole: ¿Crees en el Hijo de Dios? Respondió el ciego: ¿Y quién es, Señor, para que lo crea? Dijo Jesucristo, amador de los bajos y de los que en sencillez lo quieren creer: Visto lo has, y yo soy que hablo contigo. Cuando esto oyó el ciego, cayó en tierra y adoró a Nuestro Señor. Dijo Jesucristo: Yo en juicio vine en este mundo, para que los que no ven, vean, y los que ven no vean. Si fuésedes ciegos, no terníades pecados (cf. Jn 9,35-41), y quedaros heis ciegos. Si conociésedes que sois ciegos, buscaríades remedio, pero porque pensáis que veis bien, no serés sanos. Pensáis que sois santos, tenéisos por sabios, por letrados, por maestros, por doctores, y por esto quedaréis ciegos y sin lumbre. Los que se conocieron flacos y ciegos, necesitados e ignorantes, éstos fueron sanos y recibieron la luz de Dios. Somos graduados doctores, maestros, ¿hemos de oír a un pobre que nunca le vimos estudiar? ¿A uno de por ahí, que no le tiene el mundo en nada, hémonos de bajar? ¿De éste hemos de tomar doctrina? Éstos se quedaron ciegos y a [e]scuras; no se conocieron; no les dieron lumbre; quedáronse ansí.

16. Veis aquí el santo evangelio. Lo que Jesucristo hizo hoy con este ciego, hizo con todo el mundo y hizo con cada uno de nosotros. ¿Qué tal estaba el ciego antes que Jesucristo le curase? Ansí estaba el mundo antes que Jesucristo viniese.