"Quiere Dios venir a vosotros"
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- Viernes, 13 Diciembre 2013 16:06
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Sermón 2. En Obras Completas, BAC (2000), vol III, pp. 35-47
4. Agora estaba pensando que no sé si este sermón ha de ir en balde, como otros. Sois tan enemigos de huéspedes, que aunque os digan que aparejéis vuestra casa, que quiere Dios venir a ella, no sé si lo habéis de querer hacer o si diréis: «Váyase en hora buena, que no estoy para recebir agora huéspedes». Habéisme de creer hoy a Dios, que no a mí. El negocio es tan grande, que, si fuese bien creído, sería bien recibido. Cuando Dios dice una cosa grande, no tenemos corazón para oírla, y así dice San Joán Crisóstomo que, cuando San Pablo quería dicir una cosa de estas grandes, primero ensanchaba los corazones de los oyentes con palabras de admiración, porque cupiese en ellos lo que quería dicir. ¿Sabéis cuáles son cosas grandes? Bajarse Dios a hacerse hombre, y después de humanado, nacer en un establo y estar llorando, puesto en un pesebre, y derramar sangre de ocho días nacido, y después, cuan[do] grande, ser amarrado a un poste desnudo y recibir cinco mil y más azotes, y subir a una cruz y morir en ella por nosotros y por nuestro remedio.
5. […]. Aunque os digo gran cosa, mirad que verdad os digo, y por eso os lo digo primero que me creáis. Oíd, pues, una palabra verdadera y alegre, oíd unas nuevas sabrosas y ciertas: que vino Dios al mundo a salvar a los pecadores; que ha venido Dios no a condenarnos, sino a salvarnos.
—¿Cómo es posible? Mi conciencia me dice que he hecho mil pecados, y Dios es a quien he menospreciado y tenido en poco. […] —Pues ésa es la bondad de Dios: que le has tanto ofendido, y viene Él a buscarte para perdonarte y a rogarte que seáis amigos. Podéisme creer hoy, que no hay ninguno de cuantos me oís en quien no desee Dios, para siempre bendito, venir esta Pascua. Desea Dios venir a vuestra casa y morar con vosotros. Yo mensajero soy, aunque indigno. […] Yo, como os he dicho, mensajero soy, indigno de ser oído; mas el mensaje que os traigo es tan grande, que es digno de ser oído con reverencia y atención y recibido con gran hacimiento de gracias.
6. —¿Qué mensaje es el que nos traéis? —Que Aquel que está en los cielos adorado de los serafines, Aquel que se encerró en el vientre de la Virgen, Aquel que ha de nacer de aquí a ocho días, quiere venir a cada uno de cuantos estáis aquí. Dios por su misericordia os dé lumbre para que quede hoy aposentado en vuestras entrañas. Aparejadle, hermanos, vuestras ánimas, que quiere Dios venir a ellas.
Todos los advientos del Señor admirables son. El primer adviento, que es venir Dios en carne, ¿quién lo contará? La venida del juicio, venir Dios a juzgar vivos y muertos y a inviar a unos al cielo y a otros al infierno, ¿quién os lo podrá contar? ¿Quién os contará las mercedes que hace Dios al hombre a cuya ánima viene?
¿Queréis pararos algún rato a pensar en esto? […]. Si alguno me ama, dice Jesucristo, guardará mis palabras, y mi Padre le amará, y vendremos a él y moraremos con él. De manera que con el ánima que a Jesucristo ama y guarda sus mandamientos, mora el Padre y el Hijo y el Espíritu Santo. […] Hermanos, en vosotros mora Dios. Paraos a pensar qué diferencia va de morar en un ánima Dios o muchedumbre de demonios; mirad qué va de huésped a huésped.
7. En fin, quiere Dios venir a vosotros, y si me preguntásedes qué es venir Dios en un ánima, no creo que os lo sabría dicir. Dice San Pablo que los dones de Dios son inenarrables (cf. 2 Cor 9,15). Pues si esto no se puede contar, ¿cómo te sabré dicir qué cosa es Dios venir a morar en un ánima? Probaldo y veréis lo que es. Basta diciros que el huésped que os quiere venir es Dios. Hermanos, Dios quiere venir a vosotros.