Mi regalo de cumpleaños: ¿Qué aprovecha que haya Dios si no le gozamos?

Sermón 5 [1], en Obras Completas, BAC (2000), Vol III, pp. 80-86.

Buscar y hallar a Cristo

2. ¿Adónde está el que ha nacido Rey de los judíos? Son palabras que nos habían de dar mucho ejemplo, y confortarnos a que con mucho cuidado y diligencia busquemos lo que buscaron, para que hallemos lo que hallaron. Sólo aquel halla a Dios que lo busca, etc. Sabemos que es nacido, pero ignoramos el lugar. Hoy hace trece días que sonó en nuestros oídos que nació el Hijo de Dios; veamos si ha hecho en nosotros esta vez lo que hizo en los Reyes la estrella.

3. La buena sabiduría es para que se comunique y el tesoro para que se goce de él; si la Sabiduría del Eterno Padre está abscondida y no gozamos del tesoro, ¿qué nos aprovecha? El niño que ha nacido es la Sabiduría y el tesorero del Eterno Padre. Muchos se engañan en contentarse con saber que Dios nació y murió por nosotros, sin procurar de gozarle ni aprovecharse de su vida. ¿Qué aprovecha que haya Dios, si no le gozamos? […] ¡Grande lástima sería que hubiese algún alma que haya sido para ella el nacimiento de Cristo en balde y que, habiendo llovido los cielos miel, no la haya el tal gustado! Por eso se celebra hoy esta fiesta, para que, pues sabemos que es ya nacido el Hijo de Dios, le busquemos, y de tal manera, que le hallemos. Y quien esta fiesta no celebra, téngase dicho que no nació Cristo para él. Ésta es fiesta de gran regocijo para quien bien la celebra, fiesta de mucho bien para los buenos. Fiesta donde se halla Dios, ¿qué tal os parece que será? ¿Qué puede faltar donde no falta Dios? ¿Qué pensáis que trajo a los Reyes de Oriente, sino que les fue revelado el nacimiento del Rey de los judíos, un Rey criador de todos los reyes, uno que puede hacer bienaventurados a todos los del mundo, un Rey en cuya comparación todos los reyes y reinos son menos que nada? Esto les hizo dejar sus casas y venir tantas leguas por ver y adorar tal Rey. Esta voz ha sonado en nuestras orejas, y estas palabras habemos oído.

4. ¿Quién es el que ha nacido? Mucho nos aprovechará saber quién es, para nos aprovechar y para nos despertar a le buscar. ¿Pero echaremos juicios por las estrellas como astrólogos humanos, para saber quién es? No, sino por los divinos astrólogos, por los cuales a habla Dios. [...]  Este Rey que agora ha nacido trae sobre sus hombros a todos sus vasallos y viene a pagar por ellos. No sé si hay cosa en la vida de Jesucristo tan digna de contemplar como verlo tan chiquito y qué de cargas están sobre sus hombros, qué de maldades, qué de pecados cargan sobre Él, […] Por la salud de sus vasallos nace pobre, y llora, y pasa trabajos, y derrama su sangre […] Y así mirad qué debéis a Jesucristo, que, si os son perdonados todos vuestros pecados, por Él os son perdonados; y si tenéis gracia, por Él os la dieron; si tienen merecimiento y valor vuestros trabajos, por Jesucristo nuestro Señor es.

5. Pues si tanto bien nos viene por Él, razón y justicia es que, pues habéis oído decir que es nacido, que le busquéis y que le conozcáis, que grandísimos son los bienes que, hallándole, ganaréis; y por os despertar a que le busquéis quiero tractar de[l] fructo que sacaremos de le hallar.

11. No hay cosa que más lastime mi alma como ver que ya ha nacido Dios y que ya ha llorado, y derramado su sangre, y sufrido la muerte con la cruz, y que no haya quien se aproveche de ello […] Esto, pues, ha de obrar en nosotros el saber que es nacido: que nos haga salir a le buscar. Quien no le busca, no le hallará. […] No se engañe nadie, hermanos, que poco aprovecha para hallar a Dios oír misa y dar limosna, si no dejáis la cama de vuestros pecados, etc. Pues para ir a buscar a Dios y hallarle salen los hombres de su tierra y dejan sus casas.

15. Si hay alguno que de veras conoció a Dios, y le perdió, y después le tornó a hallar, entenderá qué gozo es hallar a Dios. Párase la estrella encima, etc. ¿Qué haces, estrella? Si éste es Rey: ¿Qué es de los palacios reales? ¿Qué es de los caballeros? ¿Dónde está la seda y brocados? ¿Qué rey en mesón y establo, acompañado de animales? Si la estrella no los guiara, fuéranle a buscar en la casa más rica. ¡Oh bienaventurada fe de los cristianos! ¡Qué perdido anda el que busca a Cristo sin la estrella de la fe! En lo pobre y más olvidado del mundo está Cristo, […] Si no hay fe, no atinaréis dónde está Dios: que en las lágrimas está la risa, en la pobreza el reino, en la hambre la hartura, el fuego debajo de el agua. ¡Miserables ricos, si sois malos, qué lejos está de vosotros Dios! Para hallar a Cristo, buscad al enfermo, y al pobre, y al olvidado del mundo. Temo que por falta de esta estrella no buscan muchos a Cristo. O se engaña el mundo en buscar riquezas de viles, o Cristo en buscar los pobres. Cristo no puede, etc. ¡Grande es la fuerza de la fe! ¿Por qué creéis que en una Hostia está Cristo? Por la estrella que dice que está allí. […] Esta fe se manifiesta en tiempo de persecuciones y trabajos. Credidit in spem contra spem (cf. Rom 4,18), porque la estrella ansí lo dice, que adonde menos parece estar Dios, está.

17. Pues nosotros, que habemos hallado al Niño, ¿qué le daremos? ¿Habemos de parecer delante de él sin dones? No hay ninguno que no tenga que ofrecer, pues a sí mesmo se puede todo quemar en holocausto. […] El amor en las obras es el meollo, el tuétano. Y ansí seremos recibidos de Él aquí por gracia y después por gloria, quam mihi et vobis praestare dignetur Iesus Mariae Filius, qui cum Patre [et] Spiritu Sancto vivit et regnat in saecula saeculorum. Amen.

Nos levantaste a lo más alto. Domingo de Resurrección

Meditación del beneficio que nos hizo el Señor, en Obras Completas, BAC (2000), Vol II, pp. 895-913

 

Pues hinquemos agora las rodillas y convoquemos a todas las criaturas para que nos ayuden a dar gracias al Señor por esta unión tan admirable y por esta gracia tan singular. Miraste, Señor, con estos tus piadosos ojos la bajeza de nuestra condición; compadecístete de nuestra miseria; determinaste, por tu sola piedad y clemencia, levantarnos de ella. Pudieras hacer esto de muchas maneras y en muchas cosas; y fue tan grande tu liberalidad, que nos levantaste a lo más alto que nos podías levantar, que es a la participación de ti, que eres infinito y sumo bien. ¿Adónde nos levantaste? A lo más alto de los serafines. ¡Oh maravillosa dispensación de tu gracia, que una criatura tan distante por la naturaleza de la condición de los ángeles sea por gracia igualada con el mayor de todos ellos y aun para llegar a ser participante del mesmo Dios! Mas por ventura dirás: «¿Cómo es posible que una cosa tan baja suba a tan alto lugar?». Para esto debe[s] saber que es condición de las cosas imperfetas que, juntándose con las perfetas, se comunique algo de su perfición, especialmente siendo así que, cuando las cosas son más perfetas, son más activas, como es el fuego entre los elementos, y, por consiguiente, son más poderosas c para semejar a sí todo lo que hallan a par de sí. ¿Quieres tú que un guisado desabrido sea sabroso? Échasle tú un poco de azúcar, o de miel, o de especias olorosas, y con esta mezcla viene, lo que era imperfeto, a participar la virtud y propiedades de lo perfeto, y a tener sabor y gracia lo que antes era desabrido y desgraciado.

Pongamos otro ejemplo de más dignidad. Ves una nube en el cielo muy negra y muy oscura, y, si acaso aciertan los rayos del sol, mayormente cuando se quiere ya poner, a embestirse en ella, ¿viste cuán hermosa se para y cuán semejante al mesmo sol? Mira qué hace la liga de lo perfecto con lo imperfecto. Pues de esta manera, tú, Señor, que eres el verdadero sol de justicia, viendo nuestras ánimas llenas de escuridad y tinieblas, tuviste por bien de abrazarte con ellas por medio de este santísimo sacramento, para que con tu virtud se convirtiesen nuestras tinieblas en luz y para que los que éramos semejantes al demonio en la obscuridad de la culpa fuésemos semejantes a ti en el resplandor de la gracia. Éramos también desabridos manjares al gusto del Eterno Padre, y tú, que eres panal de miel y pan de los ángeles, decendiste a ayuntarte con nosotros para quitar nuestro desabrimiento con tus sabores, y nuestra amargura con tu infinita suavidad. 

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