14 de septiembre. Exaltación de la cruz

Audi, filia [1], Conocimiento de Jesucristo, n 46. En Obras Completas, BAC, 2000, pp 458-459

 Los que mucho se ejercitan en el poco conocimiento, como tratan a la continua, y muy de cerca, sus proprios defectos, suelen caer en grandes tristezas y desconfianzas, y pusilanimidad de corazón, por lo cual les es necesario que se ejerciten en otro conocimiento que les alegre y esfuerce mucho más que el primero les desmayaba. Y para éste, ninguno otro hay igual como el conocimiento de Jesucristo nuestro Señor, especialmente pensando cómo padeció y murió por nosotros. Ésta es la nueva alegre, predicada en la nueva ley a todos los quebrantados de corazón (cf. Is 61,1), que les es dada una medicina muy más eficaz para su consuelo que sus llagas les pudieron desconsolar. Este Señor crucificado es el que alegra a los que el conocimiento de sus proprios pecados entristece, y el que absuelve a los que la ley condena, y que hace hijos de Dios a los que eran esclavos del demonio. A éste deben de conocer todos los adeudados y flacos. Y a éste deben de mirar todos los que sienten angustia en mirar a sí mismos. Porque así como se suele dar por consejo que miren arriba los que pasan por algún río y se les desvanece la cabeza mirando a las aguas que corren, así quien sintiere desmayo mirando sus culpas, alce sus ojos a Jesucristo, puesto en la cruz, y cobrará esfuerzo.

Como la mañana. 8 de septiembre

Sermón 61, en Obras Completas, BAC (2000), Vol III, pp. 816-821

"COMO LA MAÑANA, TRES PROPIEDADES TIENE LA VIRGEN".

 1. […] ¿Quién es esta que sale como graciosa mañana? (Cant 6,9). […] ¿Quién es ésta, cuya vista alegra, cuyo mirar consuela y cuyo nombre esfuerza? […]

4. ¿Quién porná lengua en alabar [a] aquella a quien tantos grandes se pusieron a alabar, y sobre todo el grande sobre todos los grandes, Dios? […] Y por otra parte somos obligados a te alabar y decir: bienaventurada, como tú lo profetizaste: Beatam me dicent (Lc 1,48), etc., y a darte gracias por los grandes bienes que de ti y por ti nos vienen y esperamos que nos vernán […] Cantaremos, por cierto, y alabaremos, aunque indignos, a esta Virgen y a quien la crió, que es el mesmo a quien ella parió. Y digamos: «¡En hora buena sea nacida el alba y bendicto sea el que la crió tan hermosa alba!; ¡honrada y servida sea tal alba!».

5. […]  así por quien se pregunta, que es la más excelente de todas las criaturas que Dios crió y criará; así por la pregunta que es ¿quién?, que es cosa dificultosa saber decir el que es. […] Nace como mañana. ¿Por qué como mañana? […] Y por no ser prolijo, tomemos tres condiciones del alba, en las cuales nuestra Señora le parece.

[Mensajera y madre del sol]

6. Tiene la primera, porque fue mensajera de aquel luciente sol que fue el nacimiento del sol de justicia, Jesucristo nuestro Redemptor. No solamente fue mensajera; mas aun madre por parecer en todo al alba, que se dice ser madre del sol. Aportónos aquel día saludable, día de perdón, día de descanso, cuando su bendicto Hijo anduvo por este mundo: todo aquel tiempo fue día,  porque día es todo el tiempo que el sol anda sobre la tierra.

[…] Pues para tal día como este de la encarnación de Dios, tal mañana se requiere como la bienaventurada Virgen. Que si aquel día es día de salud, ella es alba saludable; si día de misericordia, ella es madre de misericordia; si día de gracia, ella es madre de gracia.

[Madre del rocío]

8. Parecéis, Señora, más a la alba, porque así como al alba cae el rocío en los campos, y se para húmida la tierra, y se tiempla el calor, y se conservan las hierbas en su frescor, ansí en vos, Señora, llovió y cayó aquel bienaventurado rocío, el cual con gracia humedece nuestras sequedades, hace fructificar nuestras ánimas. […]

10. ¡Oh señores!, ¿qué haríamos para que así como tal día como hoy nació esta alba en el mundo, así naciese hoy en vuestros corazones? […]

[Enemiga de las tinieblas]

11. Y más: ¿queréis ver si estáis mal o bien con ella? Mirad la tercera condición del alba, que es ser enemiga de las tinieblas […] ¿Y sabéis qué tanto? Que ninguno, por servidor suyo que sea, por romerial que ande en su servicio, por más Avemarías que rece, por más candelas que queme en su honra, si en pecado está, en ninguna manera lo quiere ver ni recibe servicio de él, sino que lo aborrece y lo tiene por enemigo. No penséis, señores, que os digo esto por espantaros y que no es verdad. […].

12. […]  Ea, pues, señores; por amor de esta Señora (pues nos preciamos de ser sus devotos), por estar bien con ella, salgamos de pecados; examinemos nuestras conciencias. El que está mal con su prójimo, reconcíliese con él; el carnal, deje el cebo de la lujuria, porque no esté enemigo de esta Señora. […]

15. ¡Oh bendicta Madre de Dios! ¡Cuán bien empleado es cualquier trabajo por vos y por veros a la diestra de vuestro Hijo! ¿Qué trabajo, Señora, no tomaremos? Pienso de verdad que una gran parte de la gloria de los bienaventurados es ver a la serenísima Madre de Dios en el cielo. ¿Qué haremos, Señora, para veros? ¿En qué os serviremos? Si en dejar nuestros pecados os hacemos servicio, que de parte de cuantos aquí estamos digo que lo dejamos; que nos pesa de corazón de los haber hecho; que no los queremos más cometer, antes servir a Dios y a vos solamente, Señora. [...] Tan en tanto, Señora, nuestro oficio será pensar en vos, hablar de vos, seguiros a vos en vuestra vida y mirar cómo hacíades y así hacer nosotros. Bendeciros ha nuestra boca, engrandeceros ha nuestro corazón; gastarnos hemos todos en vuestro servicio hasta que vamos a donde vos,  Señora, estáis, que es la gloria, ad quam nos perducat.