¿Quieres recibir a Dios esta Pascua? Prepárate

Sermón 2, Obras completas, BAC (2000), Vol III, pp. 35-47

22. Una palabra para todos los que quisiérades recibir a Dios esta Pascua: Si tenéis la casa sucia, barrelda; y si hiciere polvo, sacad agua y regadla.

Algunos habrá aquí que habrá diez meses, por ventura más, que no habréis barrido vuestra casa. ¿Qué mujer habrá tan sin limpieza que, teniendo un marido muy limpio, esté diez meses sin barrer la casa? ¿Cuánto ha que os confesastes? Hermanos, ¿no os rogué la cuaresma pasada que os acostumbrásedes a confesaros algunas veces entre año? Saltem las Pascuas y días de Nuestra Señora y otras fiestas principales del año, y creo que lo debéis de tener olvidado. Plega a Nuestro Señor que no os lo pongan por capítulo en el día del juicio, al tiempo de vuestra cuenta. Y si dijéredes: «No lo supe, por eso no lo hice», deciros han: «Ya os lo dijeron, ya os lo vocearon, ya os lo sudaron, ya no aprovecha nada quebrarse la cabeza, ni lo quesistes hacer». Hermanos, cada día pecamos. Si flojos habéis sido hasta aquí en barrer vuestra casa, tomad agora vuestra escoba, que es vuestra memoria. Acordaos de lo que habéis hecho en ofensa de Dios y de lo que habéis dejado de hacer en su servicio, íos al confesor y echad fuera todos vuestros pecados, barred y limpiad vuestra casa.

25. […] Decid: Si os predicara yo agora: esta Pascua verná Jesucristo, pobrecito, desnudo, como nació en Belem, a vuestra casa, ¿no lo recibiríades? ¿No tienes pobres en tu barrio? ¿No tienes desnudos a tu puerta? Pues si vistes al pobre, a Jesucristo vistes; si consuelas al desconsolado, a Jesucristo consuelas, que Él mesmo lo dice: lo que a uno de estos hiciéredes, a mí lo hacéis (cf. Mt 25,40). No te mates ya diciendo: ¿Quién estuviera en Belem para recibir al Niño y a su Madre en sus entrañas? No te fatigues, que si recibieres al pobre, a ellos recibes; y si de verdad creyésedes esto, andaríades más solícito a buscar quién hay pobre en esta calle, y os saltearíades unos a otros para hacer el bien que pudiésedes. Hermanos, [dad] limosnas, vestí los desnudos, hartá los hambrientos, y no os contentéis con dar una blanca o una cosa poca, sino dad limosnas en cuantidad, pues que ansí os lo da Dios; no seáis cortos en dar, pues Dios es tan largo en daros a vosotros; no deis blanquillas por Dios, pues que Dios os da a su Hijo a vosotros. Haced limosnas para recibir bien esta Pascua a Cristo.

26. Hermanos, este que viene es amigo de misericordia, hálleos con misericordia. —¿Falta alguna cosa, señor? —Sí, falta, y creo que es la más principal, y es que sepáis que el nombre de Jesucristo es el Deseado de todas las gentes. […] Una de las mayores faltas que hay en nosotros es no tener deseo de Dios. […]. ¿Cómo sentís tan poco el deseo de Dios? Porque estáis hartos de carnes mortecinas y de víboras. Olvidéme de comer mi pan (Sal 101,5). Si estáis hartos de pecados, ¿qué mucho que no tengáis hambre de Dios?

27. El nombre de Jesucristo es el Deseado de todas las gentes. Antes que viniese, deseado de todos los patriarcas y profetas; todos suspirando: ¡Señor, catad que os deseamos, venid a remediarnos! Deseado de la Sacratísima Virgen y deseado de todos. Beati omnes qui exspectant te, dice Esaías (cf. Is 30,18). Hermanos, si vinieren pecados esta semana, no los recibáis, decildes: «Andá que estoy esperando a un huésped». Si viniese alguno a que juguéis, decid: «No quiero, que estoy esperando que ha de venir Dios». Gran freno se ha puesto en su boca y en sus obras el que está esperando a Dios. Lo que has de hacer, sospirar por Dios. ¡Señor, tú solo mi bien y mi descanso; fálteme todo y no me faltes tú; piérdase todo y no tú! Aunque me quieras quitar todo cuanto me quieres dar, dándome a ti no se me da que me falte todo.

En fin, quiere Dios venir a vosotros

Sermón 2, Obras completas, BAC (2000), Vol III, pp. 35-47

6.  […] Todos los advientos del Señor admirables son. El primer adviento, que es venir Dios en carne, ¿quién lo contará? La venida del juicio, venir Dios a juzgar vivos y muertos y a inviar a unos al cielo y a otros al infierno, ¿quién os lo podrá contar? ¿Quién os contará las mercedes que hace Dios al hombre a cuya ánima viene?

¿Queréis pararos algún rato a pensar en esto? Si alguno me ama, dice Jesucristo, guardará mis palabras, y mi Padre le amará, y vendremos a él y moraremos con él (cf. Jn 14,23). De manera que con el ánima que a Jesucristo ama y guarda sus mandamientos, mora el Padre y el Hijo y el Espíritu Santo. ¿No sabría yo quién son los que están en gracia, no los conocería cuando los topase por las calles, para echarme a sus pies y besar la tierra que ellos huellan? Vos estis templum Dei, dice San Pablo (2 Cor 6,16). Hermanos, en vosotros mora Dios. Paraos a pensar qué diferencia va de morar en un ánima Dios o muchedumbre de demonios; mirad qué va de huésped a huésped. Todos andamos juntos, y por defuera andamos todos de una manera, y por dentro mirad cuánta diferencia hay, tan grande que mora Dios en unos y el demonio en otros.

7. En fin, quiere Dios venir a vosotros, y si me preguntásedes qué es venir Dios en un ánima, no creo que os lo sabría dicir. Dice San Pablo que los dones de Dios son inenarrables (cf. 2 Cor 9,15). Pues si esto no se puede contar, ¿cómo te sabré dicir qué cosa es Dios venir a morar en un ánima? Probaldo y veréis lo que es. Basta diciros que el huésped que os quiere venir es Dios. Hermanos, Dios quiere venir a vosotros.