En fin, quiere Dios venir a vosotros

Sermón 2, Obras completas, BAC (2000), Vol III, pp. 35-47

6.  […] Todos los advientos del Señor admirables son. El primer adviento, que es venir Dios en carne, ¿quién lo contará? La venida del juicio, venir Dios a juzgar vivos y muertos y a inviar a unos al cielo y a otros al infierno, ¿quién os lo podrá contar? ¿Quién os contará las mercedes que hace Dios al hombre a cuya ánima viene?

¿Queréis pararos algún rato a pensar en esto? Si alguno me ama, dice Jesucristo, guardará mis palabras, y mi Padre le amará, y vendremos a él y moraremos con él (cf. Jn 14,23). De manera que con el ánima que a Jesucristo ama y guarda sus mandamientos, mora el Padre y el Hijo y el Espíritu Santo. ¿No sabría yo quién son los que están en gracia, no los conocería cuando los topase por las calles, para echarme a sus pies y besar la tierra que ellos huellan? Vos estis templum Dei, dice San Pablo (2 Cor 6,16). Hermanos, en vosotros mora Dios. Paraos a pensar qué diferencia va de morar en un ánima Dios o muchedumbre de demonios; mirad qué va de huésped a huésped. Todos andamos juntos, y por defuera andamos todos de una manera, y por dentro mirad cuánta diferencia hay, tan grande que mora Dios en unos y el demonio en otros.

7. En fin, quiere Dios venir a vosotros, y si me preguntásedes qué es venir Dios en un ánima, no creo que os lo sabría dicir. Dice San Pablo que los dones de Dios son inenarrables (cf. 2 Cor 9,15). Pues si esto no se puede contar, ¿cómo te sabré dicir qué cosa es Dios venir a morar en un ánima? Probaldo y veréis lo que es. Basta diciros que el huésped que os quiere venir es Dios. Hermanos, Dios quiere venir a vosotros.