Nos quiere por casa

Carta 87 . En Obras Completas, BAC (2000), Vol IV, p.372

A una mujer devota en tiempo de Adviento

Rogándole apareje posada al Señor. Y enséñale el cómo le ha de hacer casa y aposentarlo

Agradezcámosle que nos quiere por casa, pues Salomón le agradeció que le dio licencia para hacerle una casa fuera de sí. Oigamos este mensaje de Dios, que quiere venir a nos, como lo oyó la bienaventurada María, que toda se ofreció por esclava de Dios (cf. Lc 1,38), y conozcamos esta merced; y tengámonos por indignos de ella, diciendo con San Juan: Yo tengo de ir a ti, ¡y tú vienes a mí! (cf. Mt 3,14). Y pónganos cuidado la grandeza del Huésped para ataviarle la casa, aunque no como su alta dignidad pide, mas a lo menos cuanto nuestra flaqueza pudiere; pues que en ninguna cosa nos podemos y debemos mejor emplear que en dar posada apacible al que nos crió y a quien la ha de ser nuestra en su reino. Volvamos las espaldas a todo por volver a este Señor los ojos, y tratemos con Él de manera que comencemos aquí los negocios de su amor, que duren para siempre en el cielo, pues esta vida no nos fue dada sino para ganar lo que no tiene fin en compañía de Dios y de sus cortesanos. La humildad le pone el cimiento a la casa, las paredes las cuatro virtudes, el alto de ella es la caridad, porque es cumplimiento de todo. Déla Cristo a vuestra merced tanta gracia, que ella dé a Él todo su corazón, y Él a ella a sí mismo.