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Viernes, 20 Abril 2012 14:28
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Los seminaristas de la diócesis de Ciudad Real han decidido afrontan el último trimestre del curso de la mano de un amigo y paisano, san Juan de Ávila y con un claro deseo que formulan así “que nos vayamos configurando más con Cristo, Nuestro Señor, para que sencillamente en un futuro podamos ‘ser sacerdotes, siempre sacerdotes y en todo sacerdotes’”.
Para reforzar ese lazo de amistad han viajado el 15 de abril a Montilla -Córdoba- donde el Santo Maestro pasó los últimos años de su vida y murió, y a Almodóvar del Campo -Ciudad Real-, el pueblo que le vió nacer. En uno y otro lugar ha dedicado ratos a reflexionar sobre el sacerdocio y a orar. Afirman “Este gran maestro nos ayudó a profundizar, a través de sus escritos sobre el sacerdocio, en esta gran tarea que Cristo entrega a parte de su rebaño, capacitándolos para ser instrumentos de su obra. La importancia del sacerdocio, la exigencia del mismo, que hace que la persona sea al completo un sacramento.” Y contiúan "también hemos tratado sobre la relevancia que la oración ha de tener en la vida de cualquier cristiano, y más todavía, en la del sacerdote".
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Viernes, 20 Abril 2012 13:47
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San Juan de Ávila, un Doctor para todos. Con este título recoge hoy, 20 de abril, La Razón el acto de presentación del libro de la BAC “Entre todos, Juan de Ávila” celebrado en la mañana de ayer en la sede de su periódico.
Así recoge las intervenciones de los ponentes:
«Fue maestro de maestros: de Santa Teresa, de San Juan de Ribera, de Fray Luis de Granada...», explicó Miguel Anxo Pena, profesor de Historia y Espiritualidad de la Universidad Pontificia de Salamanca. «Estaba en la línea de Erasmo y de Luis Vives, la del humanismo más hermoso. Pedía hacer del trabajo virtud, en una época de señoritismo, chocando con la tradición del hidalgo que se niega a trabajar. Insistía en que se aprovechase el tiempo», señaló. María Encarnación González, directora de la Oficina para las Causas de los Santos de la Conferencia Episcopal, afirmó que «Juan de Ávila se encontraría cómodo en un medio de comunicación, y más aún en uno como LA RAZÓN, porque él siempre buscó, en la universidad, abrir la razón al misterio de la fe». Destacó cómo en Roma la Congregación para la Doctrina de la Fe aprobó la «eminencia de la doctrina del maestro»; primero, por unanimidad, los 12 consultores oficiales, «y no 9, como en un caso de canonización», y después, también por unanimidad, el pleno de la Congregación. «No son frecuentes las unanimidades en Doctrina de la Fe», quiso señalar. Joaquín Luis Ortega, periodista, historiador y antiguo director de la BAC, enamorado de este santo, quiso recordar que su impulso reformador venía precedido por el de grandes obispos apoyados por Isabel la Católica «en su mejor servicio a la Iglesia», como Hernando de Talavera, Diego de Deza, Francisco de Cisneros y Pascual de Ampudia. Esta renovación plantó las bases para que en Trento apareciesen los seminarios o se acabase con el fenómeno de los obispos «ausentes», prelados desentendidos de sus diócesis.
José Beltrán, responsable de la Sección de Sociedad de LA RAZÓN, recordó cómo muchos jóvenes conocieron a este santo en la JMJ, por su semblanza en la Guía del Peregrino y por el anuncio de su futuro doctorado por parte de Benedicto XVI en la misa de la Catedral de la Almudena. «Acompañaba espiritualmente con cartas y poemas; hoy probablemente usaría también Facebook o Twitter», sugirió Beltrán.
El arzobispo castrense, Juan del Río, buen conocedor del santo, alabó a LA RAZÓN por ayudar a «sacar a la luz una joya escondida del desván de la historia» «No es importante sólo para los católicos, sino para todos; una de las figuras más importantes de nuestra cultura hispánica», puntualizó el arzobispo.
Edición papel, p.45 (20.04.2012), Edición digital aquí