¡Dichosas ovejas que tienen tal Pastor!

Sermón 15, en Obras completas, BAC (2000) Vol III, pp. 207-219

Domingo del Buen Pastor

2. […] Ovejas tengo. —Señor, ¿cuándo escogisteis ovejas?, ¿desde cuándo las tenéis? […] De  muncho tiempo es pastor. No es pastor que compró ayer ovejas y se ha querido hacer pastor de ellas. […] Cuando Él os crió, para oveja suya os crió. […] No era nacida la oveja, y ya tenía pastor. Muy antig[u]o pastor soy, dice el Señor.

3. A tan antig[u]o pastor, a pastor que tanto ha perseverado en sus ovejas y que tanto las guarda, ¿qué le deben las ovejas? ¿Con qué le pagarán el cuidado que el Señor tiene de morir por sus ovejas y que no se pierda alguna? ¡Bendito tal pastor! Gracias infinitas se le deben a tal pastor por tan gran cuidado como sobre sus ovejas ha puesto y pone.  […] Escogiónos Dios, y no como de rebaño; no nos escogió por nuestros merecimientos, no nos escogió porque vio en nosotros más mejoría que en otros, sino escogiónos por su propia gracia, porque Él ansí lo quiso, escogernos y criarnos para ovejas suyas.

5. ¡Buen pastor tenemos, que nos escogió para guardarnos y de tanto tiempo! Pues que tal pastor tenemos, pues él ansí nos ha escogido, pues nos ha querido para sí, y se ha hecho guarda nuestra, ¿quién no mirará si es oveja que anda debajo de su mano, quién no mirará si es de su rebaño, quién no mirará en qué dehesa pace y qué yerba pace y si hace lo que la buena oveja con su pastor hace?

[…]. Mis ovejas oyen mi voz (Jn 10,27). ¿Sabéis si os ha llamado alguna vez el Señor y si le habéis oído? Pues tené señal que, si le oístes, que sois su oveja. Gran señal es, muy cierto, que la oveja y cualquier ganado oye la voz de su pastor y viene luego a su llamado.

6. […] ¿y no conoces tú la voz de tu Señor? Está la ovejita paciendo en una yerba que muncho le sabe, está hozando el puerco a su sabor, y llama su pastor, tañe la bocina, y por muncho que le sepa el hozar al puerco y el pacer a la oveja, luego, en oyendo la voz de su pastor, viene luego y lo deja todo. Y tú, oveja, tú, cristiano, ganado por la sangre del cordero, llámate el Señor y no conoces su voz. Llámate un mes, llámate una cuaresma y dos años y cuatro, y, como mala oveja, estás comiendo y hozando en tus carnalidades, estás en tus enemistades, estás en tu invidia y odio, y llámate tu Señor y no le oyes.

7. Mis ovejas, dice el Señor, oyen mi voz. ¿Pensáis que sois ovejas de Dios no oyendo a Dios? Vengáisos por una parte, estáis en vuestras enemistades, y por otra parte decís: recemos un poco. No sois ovejas de Dios, andáis de un rebaño en otro, no oiréis la voz del Señor, y no la oyendo, no sois de Él; no conoce Él a la oveja que sólo oye la palabra, porque aquella palabra le aplace a él. Amar a vuestros amigos, hacer bien a quien os hace bien, no es eso ser oveja de Jesucristo, eso quienquiera lo hace (Mt 5,4; Lc 6,33). Si yo quiero bien a Pedro, y él me quiere bien, pocas gracias. Amar a vuestros enemigos, amar y querer bien a quien os quiere mal (Mt 5,44; Lc 6,27ss), esto es ser oveja de Jesucristo.

Mis ovejas, dice el Señor, oyen mi voz. Estáis vos enemistado o andáis vos fornicando, hozáis vos en las vanidades de este mundo, y díceos Dios: No fornicarás, amarás a tu prójimo, no jurarás mi nombre en vano (cf. Éx 20,2-17; Dt 5,6-21; Mt 5,21ss), y vos, como mala oveja, no dejáis de comer y pacer y hozar en las enemistades y carnalidades.

8. ¿Quieres conocer si eres oveja de Jesucristo? Pues mira si te duele perdonar a tu prójimo, y oyendo que dice Dios: «¡Perdona!», sí perdonas. ¿Sábete bien la carne? Pues mira, si en diciéndote Dios: No fornicarás, te apartas de ello, si empezares a aborrecer el fornicar, si amares perdonar, si deseares caridad con el prójimo, si te pareciere mal el jurar y blasfemar, cree que eres del rebaño de Jesucristo, cree que no te perderás, cree que tiene gran cuidado de ti Jesucristo.

Mis ovejas oyen mi voz: y yo las conozco. Si oís la palabra del Señor, si hacéis lo que Jesucristo os manda, si conocéis la voz de vuestro pastor, dice el Señor: Yo las conozco a ellas. Ellas andan vestidas de mi vestido, y yo, como buen pastor, vestido del suyo. Oyen mi palabra, ellas pacen en mi dehesa y comen de mi yerba, conózcolas, guárdolas yo. […]

9. […] Pues el pecador que le sigue por el mismo camino, mirando cuánto debe a tan buen Señor, mirando cómo le apacienta en las buenas yerbas, mirando cómo le ama y cómo por su amor pasa lo que pasa, el que no mira que nadie le mira, ésta es la oveja que sigue a Dios. Diga el mundo lo que quisiere, hable el mundo, que mundo es. Sigámosle en fe y en verdad.

12. Ansí se sigue el Señor. […]. Hallólos en lugar espantoso y en lugar solo (cf. Dt 32,10); hallólos fuera de su rebaño; no pacían de su dehesa; andaban en tinieblas y fuera de su camino. ¿No andáis con vuestro pastor? ¿No seguís a Jesucristo? Andáis en lugar solo y lleno de terror. Halló las ovejas que no eran suyas en lugar lleno de temor. Seguir al Señor es señal de oveja suya; seguir en verdad al Señor, con trabajos, con fatigas, en enfermedades, en pasiones, esto es señal de oveja suya.

32. Si oyes la voz de tu pastor y le sigues, él te siguirá, él te guardará que no perezcas para siempre. Darte ha a beber de aquellas aguas dulces; apacentarte ha en los montes altos; tenerte ha de tal manera, que no haya quien te pueda empecer, no habrá quien te arrebate de su mano. ¡Hermanos! Por la sangre suya y por su pasión, que miremos si somos ovejas suyas, para que, conociendo su dehesa y paciendo su yerba, nos dé aquí su gracia y después su gloria, ad quam nos perducat. Amen.