Domingo I de Adviento

Sermón 1 [2]. ¡Grande es el día del Señor, y muy terrible! En Obras Completas, BAC (2000), Vol III, pp. 21-34

 

Peroración: Velad y orad

27. Hermanos míos, catad que habíamos de andar desalados: Señor, ¿infierno para mí, perder a Dios, desterrado de Dios para siempre jamás? ¿Qué será? ¿Qué haré para aquel día ser librado? Hable Dios y dígaoslo Él, y tomad su consejo, que será seguro: Parad mientes que vuestros corazones no sean agravados (Mt 26,43.41) con embriaguez; ansí que velad orando para que seáis dignos de huir estas cosas y estar delante del Hijo de Dios. ¿Qué remedio? Dice Dios: No se apesguen vuestros corazones en comer y beber y cuidados de esta vida (cf. Mt 6,31; 13,22). Dejad cuidados, dejad negocios, dejad honras, contentaos con lo bajo, con lo humilde y sosegado. Jesucristo lo dice; y si no, cargaos; hacé grandes casamiento[s] para hijas, grandes oficios y dignidades para hijos, y veréis cómo os saldrá. Pues ¿qué hemos de hacer? Velar en todo tiempo (Lc 21,36).

¿Qué será del que duerme todo el tiempo, que quizá en veinte años que has no has gastado dos meses en mirar por ti? Dice Dios: ¿Qué diré cuando vea a Israel volver las espaldas? (cf. Jer 46,5). ¿Cómo queréis que os diga que oráis, que creo que va huyendo la Cristiandad y van el día de hoy los cristianos tan descaminados, tan vencidos de los vicios, tan sujetos al mundo y a sus opiniones y pareceres? Decidme: ¿Oráis? —¿Qué hemos de orar? —Pedid a Dios que para aquel día espantoso, día en que os han de llamar para oír su misericordia, podáis estar en pie; pedildo, lloraldo y suplicaldo. Catá que ansí es menester, que con mucho trabajo lo alcanzaron de Dios los santos.

 

28. ¿Qué remedio para que no nos comprehendan estos males que ha predicado? Dice San Pablo: Si nosotros nos juzgásemos, no seríamos juzgados (1 Cor 11,31). Hijo del mundo, que sales por la mañana y rodeas tus negocios, y en todo el día entiendes en otra cosa, ¿qué es del cabildo que hacéis a la noche con vos del mal que habéis hecho, pensado o deseado? Esto hice de que a mi prójimo le pesó o se afrentó; este bien me pidieron que hiciese, y no lo hice; por esto me airé contra mi prójimo; de esto tuve envidia; de esto vanidad. ¿Habéis hecho este examen? Hablá en otra cosa y en eso no se entienda. Pues sabed que os va la vida. ¡Oh si hubiese en mí tanto cuidado que yo me castigase y reprehendiese, no sería menester otro reprehensor! Dirá Dios: Éste se juzgó, ya no hay que juzgarle; juzgado se está ya y sentenciado y enmendado. Pero como no nos sentenciamos ni hacemos penitencia, ¿qué esperamos que ha de ser sino que Dios nos juzgue y aun rigurosamente? Veis aquí remedio. Entra en ti y ponte cada noche en cuenta con Dios: Señor, un día ha de venir en el cual tú me has de tomar cuenta estrechísima y juzgarme; quiero yo, Señor, juzgarme para que cuando vengáis me halléis juzgado. Si has hecho algún mal, di: Señor, perdonadme por vuestra bendita pasión y dolores. No seas cruel contigo. Mira que te va en ello reinar para siempre jamás con tu Dios o penar con los diablos y perder a Dios para siempre.

 

29. Aparéjate cada noche como si en ella hubieses de morir. Confiesa a Dios tus faltas, cuéntale tus necesidades, descúbrele tus llagas, pídele remedio y medicina para ellas, quita tus vicios. Solías juzgar a cada paso, no juzgues; solías jurar a cada palabra, no jures; solías mentir sin pena ni escrúpulo, no mientas; y luego, apartado de los males, no te contentes con esto, alto a los pobres, a hacerles bien; mira al hambriento y dale de comer; mira al enfermo y cúralo, visítalo. Dirán los teólogos: No estaba en extrema necesidad, no era obligado; pero de esa manera, si a eso aguardásemos, no iría nadie por no darle de comer. ¿Quién habrá en el mundo que, viendo a su prójimo en tal estrecho, no lo socorra, pues, luego? No serán de ésos los que aquel día serán echados a los infiernos porque faltaron en esto. No es creedera cosa que haya falta. No ansí, que os perderéis. Pecador de mí, ¡sed largos, no andéis con Dios con titulillos ni con glosas para hacer vuestras voluntades! Juzguémosnos, emendémonos y no seremos juzgados; no seremos castigados; y luego hagamos bien a pobres, hagamos con ellos misericordia y hará Dios misericordia con nosotros. Y darnos ha aquí la gracia y después la gloria, ad quam nos perducat. Amen.