Lo que significa un doctorado

El punto decisivo para que un santo sea proclamado Doctor de la Iglesia es que la suya haya sido doctrina eminente. Que haya gozado de un particular carisma de sabiduría, dado por el Espíritu Santo para el bien de la Iglesia, comprobado y ratificado por la influencia benéfica de sus escritos en el pueblo de Dios. Un Maestro, un Doctor de la Iglesia es, pues, quien ha estudiado y contemplado con singular clarividencia los misterios más profundos de la fe y es capaz de exponerlos a los fieles de modo que les sirvan de guía en su formación y en su vida espiritual.

Los estudios realizados sobre los escritos del Maestro Ávila para su beatificación y para su canonización, ya pusieron de manifiesto la eminencia de su doctrina, que tuvo gran influjo en su época (1499-1569) y posteriormente. Él tuvo una visión clara, amplia y profunda de los contenidos de la fe, y llegó a una síntesis verdaderamente sapiencial. Su cristocentrismo, fundado en el Nuevo Testamento, profundamente vivido por él y propuesto a los demás, ha sido fuente donde han bebido santos, maestros espirituales y estudiosos de estos últimos siglos.

San Juan de Ávila fue amigo, compañero y maestro de santos, algunos de ellos ya proclamados Doctores de la Iglesia. Fue muy estimado y reconocido por San Juan de la Cruz, Santa Teresa de Jesús, San Ignacio de Loyola, San Juan de Dios, San Francisco de Borja... y por Fray Luis de Granada, su primer biógrafo. ¿Y qué maestro espiritual, de entonces y posterior, no se ha acercado a sus Sermones, su Tratado sobre el Amor de Dios o su conocida obra, Audi, filia?

Nos unimos a las palabras del Cardenal Darío Castrillón de Hoyos en su discurso sobre San Juan de Ávila, maestro y ejemplo sacerdotal para los presbíteros del tercer milenio, pronunciadas con ocasión del Congreso Internacional "El Maestro de Ávila", celebrado en Madrid en noviembre de 2000:

"Se percibe en el ambiente un deseo, una petición que los sacerdotes españoles, juntamente con sus Obispos, quieren elevar al Santo Padre: que San Juan de Ávila sea declarado Doctor de la Iglesia. Todos los aquí reunidos y el incesante clamor del clero secular español, quieren ser la demostración patente de la fuerza del deseo con que se quiere presentar al Santo Padre la petición. Mi presencia ante ustedes no es más que mi personal contribución a este anhelo que, poniendo todo en las manos de Dios, esperamos –y espero— sea muy pronto una realidad".