Año de la fe (V)

Mons. Juan José Omella Omella

Obispo de Calahorra y La Calzada-Logroño

14.10.2012

El pasado 7 de octubre de 2012, el Papa Benedicto XVI proclamaba doctor de la Iglesia a san Juan de Ávila e inauguraba con una Misa solemne el Sínodo de los Obispos sobre la “Nueva Evangelización”. 

1.- San Juan de Ávila:

Juan de Ávila nació en 1499 ó 1500 en Almodóvar del Campo (Ciudad Real), donde creció y se formó en un ambiente cristiano. Estudió Leyes en la Universidad de Salamanca y Artes y Teología en la de Alcalá. Fue ordenado sacerdote en 1526. Celebró su primera misa solemne en su pueblo natal y lo festejó invitando a los pobres a su mesa y repartiendo entre ellos su cuantiosa herencia. Recorrió pueblos y ciudades de Andalucía, La Mancha y Extremadura. Residió en Granada, donde ya figura con el título de Maestro; y permaneció durante los últimos quince años de su vida en Córdoba, diócesis de la que fue presbítero. Murió en Montilla, el 10 de mayo de 1959. Allí se veneran sus reliquias en el Santuario que lleva su nombre. 

Fue un gran santo. Se le llama “apóstol de Andalucía”. En aquellas tierras y en toda España resonó su mensaje y el testimonio de su vida. Sería muy interesante poner aquí algunos de sus escritos. Voy a copiar únicamente dos por la brevedad del espacio: 

El primero es de una carta que le escribió a Don Pedro Guerrero, natural de Leza de Río Leza (La Rioja), cuando fue elegido Arzobispo de Granada. Dice así: “Aprenda vuestra señoría a ser mendigo delante del Señor y a importunarle mucho, presentándole su peligro y el de sus ovejas; y, si verdaderamente se supiese llorar a sí y a ellas, el Señor, que es piadoso - ‘No llores’ -, le resucitará su hijo muerto, porque como a Cristo costaron sangre las almas, han de costar al prelado lágrimas”. Preciosa recomendación a un pastor de la comunidad cristiana.

El segundo es lo que le pide a un buen gobernante: “Se deben desengañar los que piensan que lo principal de la buena gobernación consiste en restaurar los muros de la ciudad, en empedrar las calles, proveer de mantenimientos y, a lo más, castigar bien los delitos y dar a cada uno lo suyo cuando traen pleito. Buenas son estas cosas y necesarias, mas ni son bastantes ni las principales. El fin que debe pretender el que gobierna república es hacer virtuosos a los ciudadanos, según afirman todos los filósofos que de esta materia hablaron” (Carta 11). No viene mal recordar esos pensamientos cuando, sin darnos cuenta, pensamos más en los bienes materiales que en los espirituales. Esto es lo que, en definitiva, y con otras palabras Pablo VI llamó “desarrollo integral”, en la Encíclica Populorum progressio. Ojalá sepamos prestar atención a ese desarrollo integral en el que no se descuidan los valores transcendentes.

2.- Sínodo de los Obispos (XIII Asamblea General Ordinaria): está teniendo lugar en Roma del 7 al 28 de octubre. Lleva como título: “La Nueva Evangelización para la transmisión de la fe cristiana”. El tema ha sido preparado con las aportaciones que han hecho las Conferencias Episcopales, los Sínodos de los Obispos de las Iglesias católicas Orientales, los Dicasterios de la Curia Romana y la Unión de Superiores Generales. Pero también han hecho aportaciones individuales algunos Obispos, sacerdotes, miembros de institutos de vida consagrada, laicos, asociaciones y movimientos eclesiales. Con todas las aportaciones del Pueblo de Dios, los Obispos elegidos por las diferentes Conferencias Episcopales para participar en ese Sínodo junto con el Santo Padre que preside esas sesiones, reflexionarán y con las aportaciones que hagan el Papa presentará la Exhortación Apostólica que ofrecerá a todo el Pueblo de Dios. Fruto de otros Sínodos son escritos tan hermosos como, por ejemplo: Pastores dabo vobis, sobre la formación y el ministerio de los sacerdotes; Chistifideles Laici, sobre la misión de los laicos en la Iglesia y en el mundo; Familiaris consortio, sobre la importancia de la familia, del amor de los esposos e hijos, del respeto a la vida; Reconciliatio et Paenitentia, sobre el pecado, la misericordia y el perdón que se recibe en el Sacramento de la Confesión; etc. 

No dejemos de rezar para que este Sínodo de los Obispos sea un tiempo de gracia y ayude a toda la Iglesia a tomar más en serio el mandato del Señor. “Id y haced discípulos de todas las gentes bautizándolas en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a guardar todo lo que yo os he mandado. Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo” .

Con mi afecto y bendición,

+ Juan José Omella Omella
Obispo de Calahorra y La Calzada-Logroño